Este libro del doctor Octavio Fernández Mouján, un psicoanalista singular, nos muestra cómo el mestizaje, la apertura del cuerpo-oro del psicoanálisis hacia otras disciplinas como la filosofía del ser, la física cuántica, abren el psicoanálisis a nuevos conceptos, a la creación de nuevas teorías y formas técnicas de abordaje clínico de nuestros pacientes.

El autor nos muestra, como en otras de sus obras, que más allá de la pulsión, del principio del placer, no está Tánatos sino el anhelo del ser-siendo, creando vida.

Michel Foucault soñaba con el intelectual destructor de evidencias y universalismos, con el que señala e indica en las inercias y en las sujeciones del presente los puntos débiles, las aperturas, las líneas de fuerzas, con el que se desplaza incesantemente (utópico) y no sabe a ciencia cierta dónde estará, ni qué pasará mañana, pues tiene centrada toda su atención en el presente. Soñaba con Octavio Fernández Mouján, un pensador que, como un buen alquimista, cuida los fogones del oro, pero que con afiladas antenas se transforma en oteador de distancia y va más allá como un psicoanalista-poeta, con camino y voz propia, que nos propone un psicoanálisis abierto, fraguado para la inmediatez humana, para acompañar, aprender, sentir-con el paciente, acogiéndole solidariamente, participativamente.

Si tuviera que elegir una sola palabra que refleje la concepción de Fernández Mouján en ésta y otras obras suyas, sería con y no entre. Este libro propone un psicoanalista con el paciente, más allá de una relación entre paciente y terapeuta, ¡cuántas resonancias nos trae esto de Sandor Ferenczi!

A veces parece que ese más allá le hace rozar casi con provocación el taoísmo, lo místico, con lo que llega también a abismarse en una de las zonas pendientes de exploración psicoanalítica, el lugar de lo espiritual en el psiquismo.

Frente a la falsa autoridad de la imagen,
la dignidad del hueco.

Jorge Riechmann

Fernández Mouján es un autor que nos invita a liberarnos de todo determinismo (pulsional-estructural) y hacernos sentir cómo todo fluye cuando el sujeto alzado -como dirían los místicos- participa de la energía vital, sin intermediación; esa energía vital, nos dice el autor en esta obra, es de un poder creativo infinito, y otra vez me viene a la mente Sandor Ferenczi cuando en su diario clínico nos recuerda,"una sola pulsión: vida."

La conceptualización del Dr. F. Mouján en esta obra da lugar a concebir un tipo de creación de conciencia diferente al consciente freudiano que, al escapar de todas sus trabas y defensas narcisísticas, puede abrirse a una realidad más compleja, en la que nos sentimos partícipes de anhelos comunes de transformación de lo dado. Aquí surgiría el acto de creación, lo nuevo, siempre como un acto de co-creación, con otros.

Me pusieron un nombre
y me apartaron de mí.

Clarice Lispector

Podría arriesgarme a decir que la dirección de la cura a través de este encuentro terapéutico como creación de un vacío potencial de alta densidad energética que disuelve toda cosa o idea, es siempre un des-nombramiento que lleva al psiquismo a descapturas narcisísticas, que van de la fusión, con-fusión, a la entrada en función con los demás para responder a algún anhelo común y organizativo, solidario, no solitario. Una vez lograda esa intuición, que no insight, habría que desarrollarla en un proyecto concreto, casi como la función del poema, donde su esfuerzo se centra en la reconciliación de los extremos, en la conformación de lo in-forme poniendo en acto el poema.

Este psicoanálisis abierto que se nos propone es un psicoanálisis que recuerda permanentemente que el oficio de analista es un oficio de la invención, un oficio que, en palabras del poeta William Carlos Williams: No solo nos lleva a sentarnos al costado del amigo que agoniza, sino que incluso hace madurar las peras y en realidad los versos, y cuyo fundamento es la invención.

Dice el poeta: ¡Soy un poeta! Eso soy.
Eso soy: un poeta, lo confirmo,
la música del desierto.
Octavio Fernández Mouján, ¡es un psicoanalista! Eso es.
Eso es: un psicoanalista. Lo confirmo.

Más allá de la identificación, del percibir, el objetivo es llegar a la participación, a vivenciar el Todo, el flujo vital que se inscribe en la materia. Así nos plantea el autor una técnica más interesada en interpretar lo vivido, antes que lo percibido y pensado; ahora me resuenan las concepciones del doctor Cristopher Bollas en relación a su concepto de lo sabido no pensado; en donde la intuición tendría un papel fundamental en el terapeuta y en el paciente.

Se nos recuerda en esta obra que Uds. tienen en sus manos, que la vida no solo es pulsión que busca satisfacción (cierre) en un objeto, sino que la vida busca ser, ser más con los demás, en participación solidaria con los otros.

Además de la relación con el otro, cargada de identificaciones proyectivas, relación transferencial (nivel de la repetición), además de la vinculación con el otro, en donde se vislumbra y descubre lo diferente de la otredad, el autor agrega otro nivel de posible funcionamiento psíquico, el participativo con el otro, en donde somos diferentes pero no separados, como si en una evolución del narcisismo se pasara del conmigo, del entre otros, a con los demás en comunión, no en confusión, en donde el ser se incluye en un plano transpersonal, trascendiendo la sublimación que supone una desexualización de objetos para liberar libido…, aquí se trata de liberar vida. Nos dice el autor que el encuentro terapéutico ayuda, permite desocultar el ser de la persona, liberado del tener del personaje. Ya nos lo recordaba El Principito, que lo esencial del ser es invisible a los ojos, o que está encubierto por el yo, y convive con lo visible del tener.

El padre: .... el drama para mí, está aquí, señor;
está en la conciencia que tengo de que cada cual se cree uno,
pero no es verdad, es tantos señor, tantos cuantas posibilidades de ser hay en nosotros,
se es uno con éste, uno con aquél, totalmente diversos. Con la ilusión, sin embargo,
de ser siempre uno para todos, y siempre este uno que nos creemos en cada acto de nuestra vida
¡No es verdad! ¡No es verdad!

L. Pirandello, Seis personajes en busca de un autor

Fernández Mouján nos plantea una realidad vida, cambiante, inestable, de posibilidades, de libertad creadora.

Su modelo de crisis vital que subyace en todo el libro nos transmite que en las crisis, como momento en que todo el sistema se desequilibra, en donde se derrumban las certidumbres y el control ilusorio de las cosas, se da una oportunidad a la conciencia para ampliarse y rescatar el impulso vital que busca auto-superarse solidariamente con otros y permite que el yo deje de estar fascinado por el objeto de satisfacción con el que mantenía una relación tranquilizante.

Fernández Mouján concibe un sujeto que podríamos llamar sujeto del surco, semejante al sujeto fronterizo del que nos habla Eugenio Trías; un sujeto que camina en el surco, en la frontera entre dos cercos, el hermético y el de lo aparente, en donde la identidad individual oculta la pertenencia a un Todo que es flujo vital, y en el que participamos como comunidad solidaria.

Rudyard Kipling, en El libro de la selva nos cuenta cómo el gran oso enseña a Mowgli a decir en todos los idiomas de la selva, para evitar que tenga algún conflicto con alguno de sus moradores: Somos de la misma sangre tú y yo.

Por último, el autor nos propone en su concepción del encuentro terapéutico, no solo hacer consciente lo inconsciente, llenar lagunas mnénicas o que donde está el ello advenga el yo, sino también hacer inconsciente cultural participativo al inconsciente reprimido, en donde cultura no implicaría un sacrificio de los instintos sino un Todo que nos contiene, en donde el ser es liberado del yo para apaciguarse no buscando objeto alguno de satisfacción, y en el que participamos y nos transformamos juntos.

Más allá del conflicto, F. Mouján nos propone un bienestar en la cultura y una confianza en el poder creador de la vida.

La vida es creación de vida,
acontecimiento de sí,
venida a la presencia:
surgiéndose.
No hay nada en sí,
la vida es siempre desde sí,
fuerza creadora que se ejerce creando,
y creando cobra fuerza:
plasma, genera, da.

Hugo Múgica, Lo naciente. Pensando el acto creador.

Roberto Longhi (Madrid, noviembre de 2011)