Hace años que vengo trabajando con un grupo de colegas, haciéndolos participar de una experiencia psicoterapéutica, para luego desarrollar hipótesis teóricas con la menor distancia posible de lo vivenciado.

El método consiste en asistir a pacientes en consulta, con su previo consentimiento, detrás de un espejo transparente del lado de los colegas observadores de las sesiones. Lo interesante es que los terapeutas que asisten detrás del espejo, frecuentemente participaban vivamente de lo que sucediera en el encuentro que los pacientes tenían conmigo. Por eso, cuando salía de un ámbito y pasaba al otro a verbalizar lo que había sucedido, me encontraba con un auditorio profundamente emocionado, sacado del rol de observador. Se convertían en inspiradores del relato que realizaba, en muchos casos a mí mismo me asombraba.

Esta experiencia se realizaba (y se sigue realizando) dentro de un seminario interdisciplinario al cual concurrían, antes de la experiencia en “cámara de Gessell”, diferentes pensadores dentro y fuera del ámbito psicológica. Lo llamativo era que al pensar sobre la experiencia clínica, los elementos aportados desde otras disciplinas (física, filosofía, espiritualidad, biología, otras corriente psicoanalíticas) eran incluidas sin ninguna presión. Naturalmente se configuraba un discurso integrador que a todos nos llamaba la atención.

Luego de estos años decidí, ayudado por mi hija Soledad, a seleccionar algunos de estos encuentros agregando de su parte los encabezamientos de cada capítulo y de mi parte realizando un pequeño desarrollo teórico. La difícil tarea de corregir, seleccionar y compaginar la tuvo Soledad, a quien agradezco enormemente su labor dada mi dificultad en escribir.

Lo que pensamos fue que sería importante para nuestros lectores conocer “la cocina” de una manera de trabajar y pensar en la clínica psicoanalítica. Manera por otra parte heterodoxa pero fiel al campo ético que se establece con los pacientes, el cual in-forma más allá de todo determinismo.

Esta experiencia clínica que me dispongo a compartir, viene al caso en un momento sociopolítico tan determinado por formas de pensar acorde con la ideología economisista imperante. Pensamos que ésta ha penetrado al mundo “psi” a través de una “hiperinflación” de la razón que nos ha ido alejando, en nombre de la ciencia, de lo vital. Hacemos nuestra la famosa frase de Nietzche “el pensamiento nos aleja de la vida y la vida nos aleja del pensar”.

Si algo proponemos es ampliar las bases del psicoanálisis, como fundamento meta psicológico, abriéndolo a una experiencia indeterminada como es lo vital, que tan lúcidamente lo definió Savater: “lo posible en acción”.

La teoría de la participación y el modelo de crisis vital que trabajo, tiene en este libro la expresión concreta de lo que es suspender el yo para vivenciar el momento clínico de la participación que nos deviene nosotros, ampliando así la conciencia y el campo de in-formación. La vuelta a un psicoanálisis más ortodoxo se verá enriquecido al flexibilizar y ampliar las relaciones del yo con uno mismo y todo lo demás.

(Abril de 2001)