Cada año que pasa se hace más importante señalar y practicar el espíritu solidario ante tanta división y lucha por un poder que viene de “arriba” (la ley del más poderoso o de una supuesta verdad) en detrimento del “poder” solidario que surge de las diferencias y solidaridad en la búsqueda del bien común.

La solidaridad tiene tres pasos: lograr alcanzarla “debilitando el Yo”, diría Váttimo, para fortalecer el “nosotros” (teoría de crisis vital); en segundo término, una inteligencia que de cuenta del anhelo común de auto superación captando o intuyendo el símbolo vivo que pone forma a lo vivido “aquí y ahora” entre nuestras diferencias; y por último empujados por las redes de comunicación actuales, fuera del control oficial de lo que hay que saber y decir, se ha hecho posible unirnos, pero es importante que no sea solo juntarnos, sino pensar y actuar solidariamente, es decir, participando: “devenir en el otro sin dejar de ser uno”.

Como la inteligencia solidaria no surge del dato percibido o pensado previamente sino de lo vivido participativamente, capta en el presente tanto el pasado que nos determina como el futuro que adviene y nos influencia, generando el caos de la crisis vital: Desde allí la Inteligencia solidaria interpreta esta experiencia vivenciada de la realidad, para que luego la lógica de la razón le de forma de manera más amplia y auténtica por ser también testimonial. Creo que cuanto más una “cultura científica” determina por sistemas autoritarios de cualquier tipo (individual, vincular, grupal, social, político o religioso) más se hará necesario generar una “cultura viva” que transforma esos sistemas cerrados, comprendidos con la lógica de la razón, por una “lógica difusa” que la inteligencia solidaria sabe comprender.

Toda tarea política, social, educativa o psicoterapéutica pueden ser enriquecidas desde esta inteligencia que se deja influir por lo vivido.

Seguramente habrá otros motivos que justifiquen esta tercera edición, pero estas no quiero dejar de compartirlos.

(Septiembre de 2012)